Como cualquier lepidóptero, ella era coqueta. Iba y venía de un lado para otro y, cada vez que me acercaba, emprendía de nuevo el vuelo, luego regresaba o yo la persegía y repetíamos el juego una y otra vez. Tal vez por eso o puede que abrumada por la luz solar -tratándose de una mariposa nocturna-, sufrió una distracción fatal y, repentinamente, se convirtió en víctima de un sorprendente ataque veloz, brutal y despiadado por parte de un monstruo de ocho patas atigradas que se abalanzó sobre ella antes de que pudiese reaccionar. Mi corazón empezó a golpear con fuerza -¡y pensar cómo estaría latiendo en aquel momento el suyo, sintiéndose irremediablemente atrapada por aquellos hilos viscosos que la envolvieron completamente en sólo un instante, aun sin ver esas horribles garras amenazantes que la hacían girar hacia un nuevo estado semejante al que vivió como crisálida!
Tomé fuerzas para apretar de nuevo el disparador de la cámara y con una vara que encontré en el suelo me dispuse defenderla como quien intenta rescatar a la princesa de su cuento del más terrible malhechor. ¿Será lícito actuar sobre los sucesos naturales? Eso no me lo pregunté hasta más tarde, en aquél momento sentí una enorme alegría al conseguir liberarla de su prisión y verla emprender casi desesperadamente el vuelo, sin mirar hacia atrás. La astuta y traicionera araña se quedó sin desayuno, lo siento. Yo me sentí la mar de bien.
La había fotografiado dos días antes por puro interés entomológico (aracnológico): admiro la labor tejedora de los arácnidos pero estos seres me provocan una gran repulsión, aun así, me interesa conocer el nombre de cualquier bicho viviente, sea planta o animal. Creo que hasta ese momento nunca había experimentado así la ira, nada me produjo hasta entonces un odio igual.
Aquí la "pobrecita" araña venenosa.
Finalmente, agradecida, ya sin miedo y muy amablemente, aceptó posar para mí.*
Fotos: lisi. Otero (Asturias), 12-08-01. Euplagia cuadripunctaria F. Arctiidae Camera: DMC-TZ3 LUMIX de Panasonic.